¿Es sólo impresión mía o en verano la actividad cerebral baja? Me pongo delante del ordenador y no doy pie con bola con las palabras. Hacía tiempo que no me pasaba esto.
Necesito vacaciones. He terminado una novela hará apenas dos meses o incluso menos y me puse con la sirena (la novela trata de eso pero en plan sádico). ¿Alguno aún no se ha dado cuenta de que estoy torpe, torpe pero que torpe? Intento escribir la columna para el periódico. Ni con ésas. Ni siquiera me inspiro en las noticias porque no hay noticias y todo es calor, calor y más calor. Al menos me queda el consuelo de que pronto terminará el verano… ¡Pues no! Cuando termine vendrá el invierno y será un infierno porque no podré ir a fumar a las terrazas porque hará frío. Gracias ZP de nuevo, has convertido mi vida en un sinsentido. Encima les barren en las autonómicas y el tío que no dimite. Hay que tener cara dura.
En fin, que menuda auténtica porquería de verano que estoy viviendo y el asunto no promete mejorar. Lo de la literatura… pues haría bien en dedicarme a la política de no ser por una cosa: no me interesa nada. Que estoy hasta las narices. A ver si me hago unas fotos con el perro y las pongo por aquí.
Saludos no demasiado inspirados
jueves, julio 28, 2011
jueves, julio 07, 2011
Mirando al mar (II)
Hoy estoy mirando al mar liado con la primera parte de la novela que lleva como título más que provisional La Vieja Sirena. Se trata de una historia de barcos que me tiene liado hace más de dos años pero que, por circunstancias, aún no he terminado. Entre medias, he escrito dos novelas (creo recordar) y un pequeño ensayo sobre la Propaganda que, si ocurriera el milagro de que alguno me siguiera, ya habrá tenido noticias.
Me conecto a internet para buscar información a través de un dispositivo móvil que funciona como un anciano corriendo una maratón (a no ser que el anciano sea uno de esos tipos en zapatillas que ha practicado deporte toda su vida). Es útil pero para buscar cualquier dato se pega diez minutos porque parece que ya me he pasado con el consumo y ahora la compañía ha reducido la velocidad. Sea como fuere, esto me viene bien.
Para que se hagan una idea, mientras escribo este post aún no ha cargado un maldito periódico en el que, se supone, ha salido publicada mi columna semanal.
Odio la playa y a los playeros estos.
-¡Abuelaaaaaa, la tortilla!
Desde la terraza en la que estoy con mi querido portátil no escucho precisamente la balada de Coleridge ni nada que se parezca a nada ligeramente inteligente. Echo de menos mi bar de siempre y a los taxistas. No me gusta tampoco en donde estoy (no diré dónde para no ofender a nadie). Aquí se pasan el día hablando de comida y de dinero. Hay ingleses y esos hablan poco. ¿Se han fijado en que las parejas de ingleses ni siquiera hablan entre ellos? En fin, a mí me parecen un poco raros pero son de trato agradable porque parece (y suele ser verdad) que siempre se han tomado un par de cervezas de más. No soy precisamente de la Liga Anti-alcohol así que les felicito por tan sanas costumbres. Eso sí, los ingleses aguantan bastante menos que los españoles.
Estoy deseando volver a Madrid. No soporto este ambiente.
P.S: en cuanto salga en este ordenador el link de la columna os lo pongo
Me conecto a internet para buscar información a través de un dispositivo móvil que funciona como un anciano corriendo una maratón (a no ser que el anciano sea uno de esos tipos en zapatillas que ha practicado deporte toda su vida). Es útil pero para buscar cualquier dato se pega diez minutos porque parece que ya me he pasado con el consumo y ahora la compañía ha reducido la velocidad. Sea como fuere, esto me viene bien.
Para que se hagan una idea, mientras escribo este post aún no ha cargado un maldito periódico en el que, se supone, ha salido publicada mi columna semanal.
Odio la playa y a los playeros estos.
-¡Abuelaaaaaa, la tortilla!
Desde la terraza en la que estoy con mi querido portátil no escucho precisamente la balada de Coleridge ni nada que se parezca a nada ligeramente inteligente. Echo de menos mi bar de siempre y a los taxistas. No me gusta tampoco en donde estoy (no diré dónde para no ofender a nadie). Aquí se pasan el día hablando de comida y de dinero. Hay ingleses y esos hablan poco. ¿Se han fijado en que las parejas de ingleses ni siquiera hablan entre ellos? En fin, a mí me parecen un poco raros pero son de trato agradable porque parece (y suele ser verdad) que siempre se han tomado un par de cervezas de más. No soy precisamente de la Liga Anti-alcohol así que les felicito por tan sanas costumbres. Eso sí, los ingleses aguantan bastante menos que los españoles.
Estoy deseando volver a Madrid. No soporto este ambiente.
P.S: en cuanto salga en este ordenador el link de la columna os lo pongo
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